La ansiedad afecta a la salud física.

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Ataque de ansiedad

Los trastornos de ansiedad tienen repercusión sobre la salud física. Los ataques de pánico tienen síntomas como la aceleración del ritmo cardiaco y la hiperventilación; así como pueden agravar otras enfermedades que en principio no tienen relación con ella.

Hablar de la salud mental está de actualidad. En una curiosa mezcla entre preocupación, por una realidad que se da en la sociedad, y un cierto tabú por hablar del tema. A nivel general, tenemos un conocimiento bastante vago sobre el asunto. La salud mental tiene más complejidad de la que pensamos.

En el último internamiento hospitalario de un amigo que lleva sufriendo unos incomprensibles cólicos desde hace más de 20 años, le diagnosticaron T.A.G. (Trastorno de Ansiedad Generalizada). En estos momentos no sabe si la ansiedad es el origen de su estado de salud o se trata de una enfermedad que lo ha agravado. Lleva un año de baja y le continúan haciendo pruebas. Lo que sí recuerdo es que cuando acudí a verle al hospital me comentó que el psiquiatra del centro le dijo que la ansiedad tiene más repercusiones de las que imaginamos. Incluso, en la salud física.

El psiquiatra alicantino Dr. José Antonio Hernández, un profesional con más de 30 años de experiencia en el tratamiento de las enfermedades mentales y que ha participado en numerosos foros y congresos nacionales e internacionales, opina que estos trastornos se deben tratar desde un enfoque multidisciplinar, trabajando con otros profesionales de la salud.

Tendemos a separar lo mental y lo físico, como si fueran dos categorías independientes. Ambos planos se dan dentro del cuerpo humano. Están interconectados. Nuestro cuerpo no separa la enfermedad en sí, procede de desarreglos neuronales en el cerebro o son causados por una infección externa. Sencillamente, lucha contra la enfermedad.

En este artículo vamos a tratar un tema en el que no se ahonda con frecuencia. La relación de los trastornos de ansiedad  y la salud física.

¿Qué es la ansiedad?

Antes de nada hay que recordar que la ansiedad es una respuesta natural de los seres vivos ante un peligro inminente. Un mecanismo de protección por el cual el cuerpo se protege para no sufrir un daño.

Por ejemplo, las plantas sufren estrés fisiológico ante un aumento considerable de la temperatura o frente a periodos prolongados de sequía. Reaccionan con el marchitamiento y haciendo que las hojas se vuelvan amarillas y con manchas. Están liberando sustancias químicas y concentrando la sabia en las zonas más vitales de la planta.

Nuestras mascotas, los perros, también experimentan ansiedad ante situaciones que no controlan. Como son el hecho de quedarse solos, efectuar un viaje o la presencia de extraños. En estas situaciones se aprecia un nerviosismo fuera de lo normal, con ladridos constantes y un comportamiento agresivo.

Cómo es lógico, las mujeres y hombres también sufrimos ansiedad ante situaciones que percibimos como peligrosas. Como la sensación de vértigo, cuando nos asomamos desde grandes alturas.

El carácter patológico de la ansiedad aparece cuando los ataques de pánico se vuelven habituales y/o cuando la reacción que experimentamos es desproporcionada frente al riesgo que lo motiva.

El término ansiedad, en realidad, es una categoría en la que se incluyen toda una serie de trastornos mentales que comparten una sintomatología en común y que a grandes rasgos actúan de una manera similar en nuestro cerebro.

Así, dentro del término ansiedad encontramos el T.A.G. (Trastorno de Ansiedad Generalizada), tal vez la afección más habitual, que se manifiesta por una preocupación excesiva y persistente por acontecimientos cotidianos; el Trastorno Obsesivo Compulsivo, una obsesión patológica por el orden tal y como lo tenemos concebido; y toda una serie de fobias irracionales como la fobia social, la agarofobia o la claustrofobia.

También se incluyen en la ansiedad el Trastorno de Pánico y el Trastorno de Estrés postraumático.

Los síntomas físicos de la ansiedad.

La ansiedad tiene síntomas físicos que se manifiestan, principalmente, en las crisis y ataques. Son manifestaciones que el sujeto no puede controlar y que aparecen de manera repentina. Son los siguientes:

  1. Tensión muscular. Rigidez en el cuello, hombros o espalda; sensación de agarrotamiento y dolor muscular constante.
  2. Aumento del ritmo cardíaco. El corazón late más rápido o con más fuerza. Podemos sentir los latidos golpeando el pecho.
  3. Dificultad para respirar. El sujeto tiene la sensación de que le falta el aire. Respira mucho más rápido, con jadeos y respiración entrecortada.
  4. Sudoración excesiva. Se aprecia sudor frío y manos húmedas, incluso sin realizar esfuerzo físico.
  5. Pequeños movimientos involuntarios en manos, piernas y labios, sobre todo en los momentos de tensión.
  6. Mareos y sensación de inestabilidad. Puede ir acompañada de visión borrosa y de una sensación de desmayo inminente.
  7. Problemas digestivos. En estos ataques es normal sufrir dolor abdominal, náuseas, diarrea o estreñimiento. El sistema digestivo es muy sensible al estrés.
  8. Dolor o presión en el pecho No siempre es signo de problema cardíaco, pero puede ser una manifestación de ansiedad intensa.
  9. Cansancio y debilidad general. La activación constante del sistema nervioso agota físicamente al individuo, aunque no haya realizado una actividad intensa.
  10. Cefaleas y migrañas. Son frecuentes los dolores de cabeza y la sensación de presión en la sien.
  11. Alteraciones del sueño. Las personas con ansiedad tienen dificultad para conciliar y mantener el sueño. Suelen tener despertares frecuentes a lo largo de la noche y la sensación de no descansar bien.
  12. Hormigueo en las extremidades. Se manifiesta en dolores agudos, como si se estuviera pinchando con alfileres y en un adormecimiento en manos, pies o cara debido a la hiperventilación y la tensión nerviosa.

Relación con otros dolores físicos.

La web sobre psiquiatría Davis Behavioral Health señala que la ansiedad tiene toda una serie de efectos sobre la salud física a medio y largo plazo que pueden influir en la aparición o desarrollo de otras enfermedades. Estos son algunos de los ejemplos más destacados:

  • Alteración de la presión sanguínea. Si bien no hay estudios médicos concluyentes que aseguren que la ansiedad provoque hipertensión a largo plazo, sí se sabe que las crisis de ansiedad provocan daños en los vasos sanguíneos, en el riñón y en el corazón que pueden ser acumulativos.
  • Alteraciones en el peso. Se sabe de manera empírica que las personas que sufren ataques de ansiedad tienden a comer más de la cuenta o a dejar de comer para combatir los ataques. Esta reacción puede provocar con el tiempo enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.
  • Dolores inexplicables. La Asociación de Ansiedad y Depresión de Norteamérica indica que la aparición de dolores insospechados es un síntoma habitual en los trastornos de ansiedad. Los enfermos de Trastorno General de Ansiedad suelen sufrir dolores crónicos que dificultan el trabajo y las actividades cotidianas.
  • Debilitamiento del sistema inmunológico. Se sabe que tanto la ansiedad como la depresión produce un debilitamiento del sistema inmunológico, que facilita que la persona pueda contraer otras enfermedades.
  • Problemas estomacales. La ansiedad está relacionada directamente con enfermedades en el aparato digestivo como el Síndrome de Intestino Irritable (S.I.I.) y la gastritis. Puede ser una de las causas de la enfermedad o un factor que contribuya a su empeoramiento.
  • Micción frecuente. Muchos enfermos de ansiedad tienen dificultades para controlar el esfínter de la uretra. Esto se traduce en pérdidas de orina o en la necesidad de ir al baño con cierta frecuencia. La tensión excesiva en el sistema nervioso, habitual en casos de ansiedad, contrae los músculos de la vejiga y ejerce presión sobre el aparato urinario.

Causas de la ansiedad.

El Hospital Cinic de Barcelona publica un interesante artículo sobre el origen de la ansiedad. El texto distingue entre los factores de predisposición y los factores desencadenantes. Por lo general, una combinación entre ambos es lo que origina un trastorno de ansiedad.

Los factores de predisposición son aquellos que crean unas condiciones más favorables para que aparezca la enfermedad. Esto no significa que las personas que reúnan uno o varios de estos condicionantes estén avocados a sufrir un trastorno de ansiedad, pero sí tienen más facilidad para padecerlos.

Entre estos factores encontramos el género; las mujeres son más propensas a estas enfermedades que los hombres. También está el componente genético. Un individuo que tenga antecedentes de ansiedad en la familia, tiene más posibilidades de sufrirlo en un momento dado.

El consumo de tóxicos, incluidos medicamentos, durante un periodo prolongado de tiempo o en situaciones excepcionales como el embarazo, también predisponen al cuerpo a sufrir ansiedad, en ese momento o con posterioridad.

Por último, aunque parezca un factor psicológico, el temperamento del individuo influye en la posibilidad de padecer un trastorno de ansiedad. Las personas excesivamente nerviosas y las tímidas, que tienden a reprimir sus emociones, tienen una mayor incidencia en cuanto a estos trastornos.

Dos son los factores desencadenantes para la aparición de la ansiedad. Las situaciones de estrés prolongado (ya sea en el trabajo, en los estudios, en la vida o padecer una enfermedad crónica) y el consumo excesivo de drogas estimulantes: la cocaína, las anfetaminas, pero también la cafeína.  

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